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Categoría: Cuentos El patito feo "El patito feo" es una de las obras más célebres del escritor danés Hans Christian Andersen. Publicada por primera vez en 1843 en Copenhague, Dinamarca, esta historia ha trascendido generaciones y fronteras, convirtiéndose en un referente de la literatura infantil y universal. Su popularidad ha dado pie a múltiples adaptaciones en libros ilustrados, películas animadas, obras de teatro, ballet e incluso series televisivas. Se estima que existen más de 50 adaptaciones oficiales en distintos medios a lo largo de los años. La historia, aunque simple en apariencia, guarda una profunda lección de vida sobre la identidad, la aceptación y la superación de la adversidad. Datos interesantes
Breve descripción de la historia Introducción: Una pata espera con ilusión que sus huevos se abran para recibir a sus patitos. Al nacer todos son adorables, excepto uno que es grande, gris y torpe: un patito muy diferente al resto. Nudo: El patito feo es rechazado por los demás animales de la granja. Sufre burlas y humillaciones, por lo que decide huir en busca de un lugar donde sea aceptado. Vive muchas aventuras en el bosque, pasando hambre, frío y soledad. Desenlace: Al llegar la primavera, el patito ve su reflejo en el agua y descubre que se ha transformado en un hermoso cisne. Finalmente, es aceptado y admirado por todos. Descripción de los personajes principales
El patito feo Había una vez, en un tranquilo rincón del campo, una vieja granja rodeada de verdes praderas y estanques de aguas claras. Allí, bajo un arbusto frondoso, una pata se sentó pacientemente sobre sus huevos. Día tras día esperaba, mientras el sol calentaba suavemente las cáscaras que contenían a sus futuros hijos. Al fin, uno tras otro, los huevos comenzaron a romperse. Salieron de ellos unos preciosos patitos amarillos que piaban y se movían torpemente. Pero quedaba un huevo, mucho más grande que los demás. La pata lo miraba con cierta preocupación. —Debe ser un huevo de pavo —murmuró—. ¡Ojalá no me haya equivocado! Finalmente, también este último huevo se abrió. De su interior salió un patito muy grande y desgarbado, de plumaje gris, cuello largo y patas torpes. Los otros patitos lo miraron con extrañeza. —¡Qué feo es! —exclamó la gallina que pasaba cerca—. ¡No parece un pato! Los días pasaron y el patito intentó unirse a sus hermanos. Jugaba, nadaba, picoteaba la hierba, pero siempre recibía empujones, burlas y desprecios. Incluso su propia madre a veces dudaba. —Ojalá no hubieras salido de ese huevo —le decía con tristeza. En la granja todos lo rechazaban. El perro no le ladraba porque no valía la pena. Las gallinas le picoteaban las plumas. Hasta los patos jóvenes se reían de él. —¡Feo! ¡Torpe! ¡Gris! —gritaban tras él. Un día, cansado de tantas humillaciones, el patito decidió marcharse. Cruzó el campo solo, bajo la lluvia y el viento, en busca de un lugar donde pudiera ser feliz. Llegó a un pantano donde vivían unos gansos salvajes. —¿Quieres quedarte con nosotros? —le preguntaron—. Aquí no nos importa cómo te ves. Pero antes de que pudiera responder, sonaron disparos. Los cazadores habían llegado y comenzaron a perseguir a los gansos. El patito corrió asustado entre los juncos, escapando por poco de ser atrapado por los perros de caza. Siguió su camino hasta llegar a la choza de una anciana solitaria. Allí vivían un gato orgulloso y una gallina arrogante. —Puedes quedarte si aprendes a poner huevos —le dijo la gallina. —Pero yo no puedo poner huevos —respondió el patito. —Entonces no sirves para nada —dijeron a coro el gato y la gallina. De nuevo, el patito decidió irse. Vagó por el bosque, durmiendo bajo los arbustos y alimentándose de raíces. El invierno llegó. Las aguas del estanque se helaron y el patito casi murió de frío, de no ser por un campesino que lo recogió y llevó a su casa. Allí, sin embargo, no fue feliz. Los niños lo persiguieron y los animales domésticos lo asustaban. Apenas pudo escapar y regresar al bosque, donde soportó el final del invierno escondido entre las cañas. Cuando la primavera llegó, el patito sintió una fuerza nueva en sus alas. Voló hasta un gran estanque donde nadaban hermosos cisnes blancos. Su corazón se llenó de tristeza. —¡Qué hermosos son! —pensó—. Ojalá pudiera estar con ellos, aunque sólo fuera por un instante, antes de que me maten por ser tan feo. Pero al inclinarse para mirarse en el agua, vio algo increíble: su reflejo mostraba un cisne majestuoso de plumas blancas y brillantes. No era un pato feo, nunca lo había sido. Era un cisne que había nacido en el nido equivocado. Los otros cisnes nadaron hacia él y lo saludaron con respeto. Los niños que llegaron al estanque exclamaron: —¡Miren ese nuevo cisne! ¡Es el más bello de todos! El patito —ahora cisne— recordó su pasado de sufrimiento, pero ya no importaba. Había encontrado su lugar en el mundo. Su corazón se llenó de felicidad, y por primera vez levantó orgulloso la cabeza. —Jamás imaginé tanta dicha cuando era un patito feo —pensó. Y así, rodeado de belleza, aceptación y amor, vivió feliz para siempre. Preguntas de comprensión lectora
Reflexión Leer "El patito feo" es una experiencia que toca el corazón. Nos recuerda que todos atravesamos momentos de duda, rechazo o incomprensión, pero el tiempo, el crecimiento y la paciencia pueden revelar lo mejor que hay en nosotros. El cuento nos enseña que la diferencia no es un defecto, sino una característica que puede llevarnos a descubrir quiénes somos realmente. La verdadera belleza está en aceptarnos y en no rendirnos ante el rechazo o las burlas de los demás Preguntas para reflexionar
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