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Categoria: Fabulas El lobo y la grulla es una de las fábulas más conocidas atribuidas a Esopo, un narrador griego que vivió entre los siglos VII y VI a.C. Aunque poco se sabe con certeza sobre su vida, su legado ha sobrevivido por más de dos mil años gracias a las fábulas que se le atribuyen, todas con una fuerte carga moral y educativa. Las historias de Esopo se transmitieron oralmente durante generaciones antes de ser recopiladas por diversos autores en la antigüedad y, más adelante, adaptadas por fabulistas como Jean de La Fontaine. Esta fábula en particular, breve pero profunda, destaca por su lección sobre la ingratitud y el valor de la prudencia ante quienes tienen una naturaleza peligrosa. Su sencillez hace que sea fácil de recordar y perfecta para enseñar valores esenciales de convivencia Datos interesantes
Breve descripción de la historia Introducción: Un lobo, mientras devoraba su comida, se atraganta con un hueso que se le queda atorado en la garganta. Nudo: En su desesperación, el lobo pide ayuda a los animales del bosque. Una grulla se ofrece, confiando en que el lobo cumplirá su promesa de recompensa. Introduce su largo pico en la garganta del lobo y extrae el hueso. Desenlace: Cuando la grulla reclama su recompensa, el lobo se burla de ella y dice que el hecho de no haber sido devorada ya es suficiente pago. Descripción de los personajes principales
El lobo y la grulla Había una vez, en un bosque espeso donde las sombras de los árboles se entrelazaban con los rayos dorados del sol, un lobo que vagaba solo. Era temido por muchos, pues no solo era fuerte y ágil, sino también astuto y cruel. Los animales lo evitaban, y su reputación se extendía más allá del claro del bosque. Nadie se atrevía a mirarlo a los ojos, mucho menos a cuestionarlo. Un día, tras una larga y extenuante cacería, el lobo se encontró con una presa que había logrado acorralar: un ciervo joven que intentaba huir pero no tenía salida. El lobo, hambriento y ansioso, lo devoró con fiereza, desgarrando la carne, masticando con avidez. Sin embargo, en su frenesí, no se dio cuenta de que un largo y afilado hueso del ciervo se había alojado profundamente en su garganta. El dolor fue inmediato. No podía tragar, no podía respirar bien. Su hocico babeaba y su jadeo era incontrolable. En pánico, comenzó a trotar por el bosque, buscando ayuda. Pero ¿quién ayudaría al temido lobo? Desesperado, comenzó a gritar: —¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Hay un hueso atorado en mi garganta! ¡Moriré si nadie me socorre! Prometió en voz alta: —¡A quien me ayude le daré una gran recompensa! ¡Riquezas, protección, comida! ¡Lo que desee! Los animales, ocultos entre los arbustos y los árboles, lo observaban. Ninguno se acercaba. Sabían que el lobo era peligroso y traicionero. Pero entre todos, una grulla blanca, de largo cuello y pico delgado, se adelantó. Tenía un corazón generoso, y pensó: "Tal vez sea mi oportunidad de demostrar que hasta los corazones más duros pueden cambiar." Con paso firme y sereno, la grulla se acercó al lobo. —¿Prometes no hacerme daño si te ayudo? —preguntó con cautela. —¡Claro que sí! ¡Prometo darte una gran recompensa! Solo… ¡ayúdame! La grulla, con habilidad y cuidado, introdujo su largo pico en la garganta del lobo. Exploró con paciencia hasta que sintió el hueso. Con un leve giro, lo atrapó y lo extrajo suavemente. El lobo respiró con alivio. El dolor desapareció al instante. Se sacudió, se incorporó y se preparó para marcharse. —¿Y mi recompensa? —preguntó la grulla con voz tranquila. El lobo giró su cabeza con una mueca burlona. —¿Recompensa? Ya deberías sentirte agradecida de seguir con vida. Metiste tu cabeza en las fauces de un lobo... y aún la tienes. ¿No te basta con eso? La grulla, estupefacta, retrocedió. No había palabras para expresar su decepción. Había confiado, y ahora comprendía que no todos merecen ayuda. Sin decir más, extendió sus alas y voló, dejando atrás al lobo que, orgulloso, volvió a internarse en el bosque, tal vez con otro plan deshonesto en mente. La grulla, desde lo alto, aprendió una dura pero valiosa lección: nunca se debe esperar gratitud de quien no tiene honor. Preguntas de comprensión lectora
Respuestas a las preguntas de comprensión lectora
Reflexión Leer esta fábula nos deja una sensación agridulce. Por un lado, admiramos el corazón noble de la grulla, y por otro, nos decepciona profundamente la actitud ingrata del lobo. A través de esta sencilla historia, entendemos que ayudar a otros es valioso, pero también que debemos ser cautelosos con quienes no valoran la bondad. La moraleja nos enseña que no siempre se recibe gratitud por hacer el bien, y que hay personas cuyo carácter no cambia, sin importar cuánto se les ayude. Es una advertencia a tener prudencia, a reconocer con quién nos relacionamos y a no esperar siempre justicia del injusto. Preguntas para reflexionar
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