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Categoría: Fabulas "El cuervo y el zorro" es una de las fábulas más conocidas atribuidas a Esopo, un narrador griego que vivió aproximadamente entre los siglos VII y VI a.C. Esopo no escribió sus historias, sino que estas fueron recopiladas y transmitidas oralmente hasta ser recogidas por autores posteriores como Fedro y Jean de La Fontaine. Esta fábula, al igual que muchas otras de su autoría, destaca por su brevedad, uso de animales con características humanas y una enseñanza moral clara al final. El objetivo principal de estas historias era instruir a través del entretenimiento, y su impacto ha perdurado por siglos, siendo parte de la literatura infantil y pedagógica en todo el mundo. Datos interesantes
Resumen breve Introducción: Un cuervo encuentra un trozo de queso y se posa en la rama de un árbol para comérselo tranquilo. Nudo: Un zorro astuto lo ve y, queriendo apoderarse del queso, decide halagar al cuervo diciéndole que su canto es hermoso, y que sin duda debe tener una voz digna de reyes. Desenlace: El cuervo, vanidoso y deseoso de mostrar su canto, abre el pico para cantar… y el queso cae. El zorro, feliz, lo atrapa y se marcha, dejando al cuervo avergonzado. Descripción de los personajes principales
Datos interesantes
El cuervo y el zorro Una fresca mañana, mientras el sol apenas tocaba las hojas de los árboles, un cuervo sobrevolaba el campo en busca de algo sabroso para desayunar. Su plumaje oscuro brillaba al sol, y sus ojos curiosos recorrían el suelo en busca de cualquier alimento que pudiera servirle. De repente, su mirada se posó sobre un trozo de queso que algún viajero había dejado caer. Sin pensarlo dos veces, descendió rápidamente, lo atrapó con su pico y voló hasta un alto roble en lo profundo del bosque. El cuervo se sentía orgulloso de su hallazgo. El queso tenía un aroma fuerte, delicioso, y ya se imaginaba el festín que tendría. Se acomodó en una rama alta, alejado de los peligros del suelo. Lo que el cuervo no sabía era que, desde abajo, unos ojos astutos lo observaban con atención. El zorro, que había estado explorando el bosque en busca de su propio desayuno, alzó la vista y notó la silueta del cuervo. Pero no era el ave lo que le llamaba la atención, sino lo que tenía en el pico. “¡Queso!” pensó el zorro, relamiéndose los labios. “No puedo trepar ese árbol, pero quizás… quizás pueda convencer a ese cuervo de que me lo dé voluntariamente.” Con paso tranquilo y mirada calculadora, el zorro se acercó al pie del árbol. Fingió no ver al cuervo al principio, paseándose alrededor como quien solo busca sombra. Pero luego, alzando la vista como si recién lo descubriera, exclamó: —¡Oh, qué sorpresa la mía! ¿Es acaso el cuervo más hermoso de todo el bosque el que veo ante mí? El cuervo, halagado, estiró un poco el cuello, aunque no soltó el queso. El zorro continuó: —¡Qué plumaje tan negro y brillante! Si tu voz es tan encantadora como tu apariencia, entonces sin duda deberías ser proclamado el rey de las aves. El cuervo sintió cómo su pecho se hinchaba de orgullo. Nadie le había dicho algo tan bello antes. “¿Rey de las aves? ¿Yo?”, pensó. Y entonces, queriendo impresionar al zorro, abrió el pico para cantar… y como el zorro esperaba, el queso cayó al suelo. ¡Plop! El zorro lo atrapó en el aire con rapidez y lo saboreó sin remordimientos. Luego, con una sonrisa burlona, miró hacia arriba y dijo: —Amigo cuervo, si tan solo tu juicio fuera tan fino como tu plumaje, no habrías perdido tu queso por una simple alabanza. Y con eso, se alejó trotando alegremente, dejando al cuervo en la rama, solo y avergonzado. La lección fue dura, pero clara: no todo elogio es sincero, y la vanidad puede hacer que perdamos lo que más valoramos. Preguntas de comprensión lectora
Respuestas a las preguntas de comprensión lectora
Reflexión Leer esta fábula nos recuerda cuán fácil es caer en la trampa de quienes dicen solo lo que queremos oír. A veces, el deseo de reconocimiento puede nublar nuestra razón y hacernos actuar sin pensar. El cuervo no era tonto, pero su necesidad de ser admirado lo llevó a cometer un error. Análisis de la moraleja La moraleja más conocida de esta fábula es: “Desconfía de quien te halaga con demasiada facilidad.” Es una advertencia sobre la adulación y la manipulación. El zorro no elogió al cuervo porque lo admirara realmente, sino porque sabía que eso lo haría actuar de forma imprudente. En la vida, hay personas que usan palabras bonitas para obtener algo, y debemos aprender a identificar cuándo un cumplido es sincero y cuándo es un medio para lograr un fin. Preguntas para reflexionar
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