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Categoría: Fabulas El ciervo ante el lago es una fábula clásica atribuida a Esopo, un escritor de la antigua Grecia que vivió entre los siglos VI y V a.C. Esopo es reconocido como uno de los primeros fabulistas del mundo y su obra ha perdurado por siglos debido a su capacidad para transmitir enseñanzas morales a través de relatos protagonizados por animales. Esta fábula, como muchas otras del autor, utiliza el simbolismo animal para representar emociones humanas y dilemas universales. La historia del ciervo, también conocida como El ciervo vanidoso, es una reflexión profunda sobre la apariencia, la utilidad, y las consecuencias de subestimar lo verdaderamente importante en la vida. Datos interesantes
Descripción breve de la historia Introducción: Un ciervo se detiene en un lago cristalino para beber agua y, al ver su reflejo, se maravilla de sus elegantes astas, pero desprecia sus delgadas patas. Nudo: Mientras el ciervo contempla su reflejo, es sorprendido por unos cazadores. Corre para salvarse y sus patas, que tanto menospreciaba, lo llevan velozmente por el bosque. Sin embargo, sus astas se enredan entre las ramas. Desenlace: El ciervo es atrapado por los cazadores y, en sus últimos momentos, comprende que lo que tanto admiraba fue su perdición y lo que despreciaba fue lo que casi le salva la vida. Descripción de los personajes principales
El ciervo ante el lago Érase una vez, en los profundos y apacibles bosques de una región no muy lejana, un ciervo de elegante porte que caminaba con gracia entre los árboles y la brisa. Era un animal respetado por su presencia majestuosa, y nadie podía ignorar la belleza de sus astas que se elevaban con orgullo como ramas doradas hacia el cielo. Aquel día, el sol se colaba suavemente entre las hojas y formaba destellos de luz sobre el lago cristalino. El ciervo, sediento después de una larga caminata, se aproximó al borde del agua para calmar su sed. Bajó la cabeza y, justo cuando iba a beber, se vio reflejado en la superficie serena del lago. Por un momento, se olvidó de la sed, hipnotizado por su propia imagen. —¡Qué astas tan magníficas tengo! —dijo para sí mismo con admiración—. Son largas, simétricas y robustas. Parecen una corona digna de un rey. ¿Quién podría igualarme en belleza? Pero al observar sus patas, frunció el ceño con desagrado. —En cambio, estas patas delgadas y huesudas… qué desproporcionadas, qué feas. Me hacen parecer débil, como si fueran palos torcidos que apenas pueden sostenerme. Así pasaron los minutos, con el ciervo contemplando su reflejo, deleitándose con lo que admiraba y renegando de lo que no. No se dio cuenta del crujido entre los matorrales ni del sonido suave pero insistente de pasos humanos. De pronto, un estruendo rompió la calma: eran cazadores que lo habían descubierto. Una flecha pasó silbando cerca de su cuerpo y, sin pensarlo, el ciervo emprendió una veloz carrera. Las patas que tanto había despreciado se movían con la agilidad de una gacela. Saltaba, corría, esquivaba árboles, y durante un buen rato, logró alejarse del peligro. El corazón le latía con fuerza, pero aún tenía esperanzas de escapar. Sin embargo, al atravesar un arbusto denso, sus astas quedaron atrapadas entre las ramas. Por más que se movía, por más que luchaba, no lograba liberarse. Su cuerpo podía correr, pero su cabeza estaba atrapada por la belleza que tanto había admirado. Los cazadores se acercaban. El ciervo, desesperado, tiraba y forcejeaba, pero las astas solo se enredaban más. —¡Ah, qué ironía cruel! —pensó con tristeza—. Lo que más adoraba me ha detenido. Y aquello que despreciaba me salvó por un momento. Poco después, los cazadores llegaron. Y así terminó la historia del ciervo que confundió belleza con valor, apariencia con utilidad. Preguntas de comprensión lectora
Respuestas a las preguntas de comprensión lectora
Reflexión Leer esta fábula es como mirar un espejo que nos muestra nuestras propias actitudes. A veces, como el ciervo, dedicamos demasiado tiempo a admirar lo que parece bonito y olvidamos apreciar lo que verdaderamente nos sostiene en la vida. Esta historia nos invita a hacer una pausa, reflexionar sobre nuestras prioridades, y valorar aquello que, aunque no brille, cumple una función esencial en nuestro camino. Análisis de la moraleja La moraleja de esta fábula es clara: Lo que parece menos importante puede ser lo más valioso cuando enfrentamos dificultades. Es una crítica a la vanidad y una defensa del sentido práctico y la humildad. En una sociedad donde la apariencia muchas veces pesa más que el carácter o la utilidad, esta historia sigue siendo tan vigente como hace siglos. La lección moral nos empuja a mirar más allá de lo superficial, a reconocer el valor de lo funcional y a no subestimar lo que tenemos. Preguntas para reflexionar
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